EL PAYASO
de Paula Carballeira
El payaso estaba harto de que no lo tomasen en serio. Sólo los niños habían recogido sus cosas y las habían metido en maletas cuando avisó de que un enorme pez había salido del mar para engullirlo todo. La gente se reía. Era divertido ver a aquel payaso empapado gritando que había que huir. El payaso suplicaba. La gente se reía. El payaso se desgañitaba. La gente se reía. El payaso lloraba. La gente se reía. El fracaso del payaso era todavía más gracioso que su maquillaje resbalándole por la cara y cayendo al suelo en gotas de colores. Una niña le cogió la mano. Detrás de ella había muchas otras niñas y muchos otros niños. Algunos llevaban maletas, otros habían cogido sus cosas preferidas y las apretaban entre los brazos. Pelotas, mantas, muñecas, plásticos, maderas. Todos siguieron los pasos del payaso hacia la montaña, su rastro de maquillaje.
Cuando la ola gigantesca llegó y el enorme pez abrió la boca, se sorprendió del buen humor de aquellas personas que le hacían cosquillas en el estómago con sus carcajadas.
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