EL OFICIO
de Maísa Marbán
Ilustración de Tamara Mendaza
La azotea parecía una encía desdentada con
sus oquedades para el tinte recalentadas bajo el sol abrasador. Hassan el
curtidor, con el espinazo doblado por el continuado esfuerzo, faenaba de un
tono a otro, tiñendo el cuero animal de colores que nombraba con rigurosa
precisión: rojos palpitantes; amarillos encendidos; añiles océano; verdes
hierba... Su propia piel también estaba teñida.
La sorpresa llegó al amanecer, cuando Hassan,
sumido en un sueño sudoroso e intranquilo, despertó bruscamente y contempló atónito,
cómo en su antebrazo izquierdo germinaba una planta desconocida; en las venas
de su pierna derecha un diminuto banco de pececillos nadaba organizado a contra
corriente; en su pecho se agolpaba una constelación de estrellas que titilaban
con suavidad, y en los muslos latían sendos corazones. El curtidor cerró los
ojos convencido de que con la llegada del alba aquel sueño imposible se
desvanecería como el vapor del té caliente.
MAÍSA MARBÁN
Contadora de historias. Es de León, una tierra
donde el frío del invierno se combate, todavía hoy, bailando, cantando y
contando. Por eso escogió la palabra y los cuentos para recorrer el camino de
la vida y, por eso, su oficio desde hace muchos años es contar para conjurar la
alegría.
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TAMARA MENDAZA
Tamara se enamoró del dibujo desde pequeña,
dibujaba para desconectar del mundo. Se enredó en dibujo y el dibujo se enredó
a ella, y de ahí al arte, y del arte al diseño de moda. Ilustrar para ella es
otra manera de contar historias en la que se siente cómoda. Y así es posible
encontrar a Tamara enfundada en un mono de trabajo bailando los materiales,
cantando las formas, o con una falda y una blusa a cuadros bailando swing.
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