EL HOMBRE BOBO
de Pablo Albo
Ilustración de Raquel Marín
-Me voy -me dijo.
-¿Para dónde?
-Para siempre.
-Ok, acuérdate de traer el pan a la vuelta.
-No va a ser posible.
-¿Por qué?
-No has encendido nada.
Cogió la puerta y se fue.
Y a la hora de comer empecé a echarla de menos (es que yo sin pan no como).
Y para cenar no estaba (y no había pan).
Y por la noche no podía dormir del frío (¡qué frío sin puerta!).
Y al día siguiente lo mismo. Y así.
Me quedé mucho sentado en el quicio sin puerta de mi casa sin pan.
Con el dolor, el hambre y el resfriado. Mucho.
Mucho tiempo.
Hasta que por fin me decidí:
Me corté las penas
y falleció.
PABLO ALBO
Si pasas por Chinchilla de Montearagón te podrás encontrar con un pedacito del Mediterráneo. Es un pedacito porque es delgado, a veces con bigote, a veces no, a veces “desgarbao”, a veces “apaisao”. De lengua pendenciera, aunque más que riña lo suyo es juego, y pensamiento ágil, es socarrón, amable, ácido y dulce a la vez, absurdo y tierno. Así es Pablo Albo, probablemente el mejor contador de cuentos de toda Chinchilla y parte del extranjero.
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RAQUEL MARÍN
Nació en Pradejón, La Rioja en 1980. Estudió Bellas artes en Cuenca. Se trasladó a Barcelona para cursar el ciclo formativo de ilustración. Su trabajo se centra en prensa, ilustración editorial, cartelismo... Ha publicado 10 libros. En la actualidad colabora semanalmente con el diario El País en la sección de Opinión. En su trabajo más personal Raquel abre las ventanas invisibles de la mente y del corazón para hablar de los sueños y la imaginación. Sus imágenes surgen de sus propias emociones y de las de aquellas personas que están a su alrededor. Tanto su sensibilidad como su capacidad para sintetizar historias e ideas en imágenes adquieren en lo conceptual una fuerza indiscutible, tanto en su trabajo más poético como en el más descriptivo.
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