6 de agosto de 2010

CUENTO AGOSTO 2010

TIEMPO PARA TODO
de Virginia Imaz


Se habían conocido durante el naufragio.

La primera impresión que él tuvo fue que la fatalidad le había unido a una niñata remilgada que pedía disculpas cada vez que con gesto desvaído vomitaba un batido de algas on the rocks.
A ella, sin embargo, le pareció que no hubiera podido naufragar con nadie mejor: tenía ante ella a todo un hombre. A saber: un espécimen con dificultades para relacionarse socialmente, poco detallista, algo prepotente y demasiado peludo para su gusto, pero que parecía increíblemente dotado para hacer frente a ese detallito de la supervivencia.


Cuando exploraron los alrededores a ella le entraron ganas de mear y a él el desánimo. Pero, por supuesto, ni uno ni otra osaron confesarlo.
En aquel islote pelado y desierto no había nada a excepción de un par de cuchillos sobre un montón de huesos humanos.


Se miraron buscando algún indicio.
Ella, anhelante, clavó su mirada en los labios de él y preguntó:
- ¿Qué hacemos primero?
El, hambriento, respondió sin poder quitar la vista de los muslos de ella:
- El amor. Primero el amor.
- Sí – concedió ella–, para empezar a matarnos, ya habrá tiempo.








Virginia Imaz es una maestra en esto de contar cuentos. Lleva muchos años contando, recopilando, enseñando y compartiendo la vida.



2 comentarios:

eugeniamanzanera dijo...

un cuento para mi impre-zionante
gracias virginia qué sabiduria que te gastas...
eugenia

Azalber dijo...

Este cuento me encontró mientras trabajaba en una tienda de ropa en el centro de Valencia hace años. Para mí fue un regalo divino en aquellos moméntos en los que la vida se me antojaba canalla, fue como si hubiese encontrado un trocito de mi esencia encima de montones de ropa que doblaba una y otra vez y una y otra vez se volvian caos y una y otra vez atentaban contra mis sueños. Nunca se me habia ocurrido entrar en la página, nunca habia reparado en ello hasta hoy, quizás sea por la capacidad que tiene de absorverme este cuento, o quizás sea porque me daba miedo que su origen corrumpiese la magia de algo que sentia celosamente mio... soy egoista por no dejarlo libre otra vez, lo sé (me disculpo por ello) pero es que me limpia el alma recordandome que la felicidad se encuentra en las pequeñas cosas que alimentan nuestro Ello mas primitivo... y lo releo. Asique, GRACIAS, gracias por haber creado un cuento que me encontró y alimentó mi vida sin pedir nada a cambio.