pep bruno noviembre 2008
tra en su casa. Todo está cambiado: no reconoce el mobiliario y juraría que donde ahora está el salón antes se ubicaba el baño. Da igual, se dice (está tan cansado). Se sienta en el sofá, desanuda la corbata, se quita los zapatos y se queda medio dormido. Afuera atardece. Cariño, una voz desconocida le despierta, cariño, la cena está lista. Esa mujer debe ser su esposa, y esos niños, sus hijos. Va a decir algo pero ella le apremia: se enfría la sopa. Los cuatro comen en silencio mirándose furtivamente. Luego todos juntos ven la televisión hasta que es la hora de acostarse.
Más tarde, en la cama (con un pijama que le va algo grande), entre sábanas extrañas, mientras la mujer duerme, trata de aclarar sus ideas. Tras un par de horas pensando concluye que ha debido de equivocarse de casa. O de vida.
Más tarde, en la cama (con un pijama que le va algo grande), entre sábanas extrañas, mientras la mujer duerme, trata de aclarar sus ideas. Tras un par de horas pensando concluye que ha debido de equivocarse de casa. O de vida.
Pep Bruno, buen amigo, gran conversador, nos ha regalado esta historia www.pepbruno.com
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