MANDARINAS
de Ana María Caro
Ilustración de Ana María Caro
Los niños jugaban a quitar cada uno de los pelitos blancos de los gajos de las mandarinas, intentando adivinar qué figura se formaría al dejarlos caer sobre las frescas baldosas. Las mandarinas quedaban olvidadas a su lado, porque las historias que surgían del suelo eran mucho más interesantes.
Las hormigas, azuzadas por el calor de la hora de la siesta, recogían la fruta, felices y en silencio. Poco a poco iban ganando terreno. Al final terminaron jugando a adivinar qué figura se formaría con los restos de los niños, cuando terminaran de quitar cada uno de los pelitos de diferentes colores de las superficies de sus cuerpos.
ANA MARÍA CARO
Cuento cuentos porque crecí con ellos, no en balde mi abuelo los escribía, y muy bien por demás. Un día me puse y resultó que no se me daba mal inventarlos, así que seguí su saga.
Otro día un personaje me pidió un cuerpo, y entonces se lo hice de fieltro y telas viejas. Y como personaje y yo quedamos felices con el resultado, cogí un pincel y le hice un retrato. Desde entonces creo y cuento y doy cuerpo y cara a ratones y gusanos y camaleones y esqueletos... y a hormigas. Muchas hormigas. Como las de esta pequeña historia.
Si quieres saber más de ella entra en su web
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