21 de mayo de 2015

cuento de mayo



SOLEDAD

de Blai Senabre i Ribes


Ilustración de Julia Solans

            Después de instalarse en el refugio de su amigo, Carlos se preparó una cena fría tras la cual y al compás de las melodías de Satié, cayó en los brazos de Morfeo.

         El sábado se despertó temprano y salió a dar un paseo por los alrededores. Poco a poco se iba sintiendo inquieto, nervioso. “No me gusta estar solo” se repetía constantemente. Lo que ocurría en realidad es que era incapaz de convivir consigo mismo. Necesitaba hablar con la gente, convencerlos, dominarlos. Necesitaba el poder.

         El domingo, en cuanto se despertó, tomó café y preparó sus cosas con decisión, dispuesto a volver cuanto antes a la ciudad, a la civilización. Cuando lo tenía todo a punto, tuvo la sensación de que se le olvidaba algo y volvió a la habitación para revisarla. Aparentemente no le faltaba nada y sin embargo, allí estaba ella, aunque Carlos era incapaz de percibirla. Con un rápido movimiento se le subió a la espalda dispuesta a acompañarle a todas horas, igual que lo había hecho hasta ese viernes al anochecer. Había vuelto la sutil, implacable e incombustible soledad.

BLAI SENABRE I RIBES
Blai nació a orillas del Mediterráneo, en el bello pueblo de Altea, a finales de agosto de un año del siglo pasado. De pequeño se quedaba embelesado escuchando a la gente que se sentaba a la fresca a contar cuentos e historias Luego, de mayor, a él le dio por contarlas. La cosa empezó allá por 1995, y desde entonces no ha parado de llevar su maleta de cuentos por pueblos y ciudades de España y algunos del extranjero.
Desde entonces se dedica profesionalmente a la narración oral y cuenta en bibliotecas, colegios, fiestas, festivales, ferias, hospitales, bares, cafés, teatros, centros comerciales, cárceles, plazas, calles.... o sea, allí donde le llaman o le dejan.

Si quieres saber más sobre él entra en este enlace.
JULIA SOLANS
Julia es ilustradora gráfica, vive en Barcelona y hasta que no me metió a trabajar en un cine como taquillera vendiendo entradas no descubrió que quería dedicarse a la ilustración.  En la taquilla tenía un montón de horas libres y las dedicó a rellenar libretas de dibujos e ideas. Nos cuenta de aquella experiencia que “fue como despertarme un día y llevar un traje de superwoman debajo del pijama. Llevo 4 años dedicándome a la ilustración como freelance y estoy muy feliz”.

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