30 de junio de 2013

cuento de junio

LA SOMBRA DE LA ABUELA

de María Molina

 
Cada día entiendo mejor las sombras, con mi edad ya se entienden mejor estas cosas oscuras.

Mi nieto las hace “chinescas”.

Ayer se me acercaba como un caracol fantasma. Para él las sombras son juguetes. Para mi también lo fueron. Yo no las llamaba “chinescas”, entonces no se conocían estas palabras, eran “sombrajos”, “películas con dedos”, “marionetas de luz”. Los domingos hacíamos “teatros” con ellas…

Ahora para mí las sombras son más cosas…

La del puente nuevo sobre el muro me hace sentir pequeña cuando espero el autobús. Tan grande es el puente  nuevo como su sombra y tan pequeña soy yo como la mía al lado de él.

A veces, mientras espero allí,  me entra una mezcla entre  flojera y ganas de jugar. Y así, floja,  medio soñando, repto como caracol en sombra por el muro,  hasta la silueta del puente y me fundo con ella. Luego, por la sombra del puente cruzo al otro lado, donde  los  que ya se fueron me están esperando.


MARÍA MOLINA es contadora, titiritera, soñadora, Maricuela. Es un cascabel de papel, dos ojos, a veces tres. Sale de una maleta, viaja en tren y tiene las orejas del revés.

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